En algún momento en la vida de las empresas llega un periodo en el cual los directivos deben de liderar una etapa de consolidación, es por tanto, una decisión estratégica. Simplificando mucho, se puede iniciar con la siguiente reflexión:
- ¿La empresa está haciendo lo que debería de hacer?
- ¿como se puede mejorar la estructura para afrontar el futuro?
Consiste en darle una vuelta de arriba a abajo a la empresa para que pueda afrontar las etapas de futuro. Es por tanto, una estrategia de supervivencia.
Una tentación humana es la de mantener todo aquello que conocemos, pero en ocasiones es un freno, y se necesita de una revolución para romper esos lastres que nos impiden encararnos hacia el futuro. Cuanto más fuerte es la necesidad de cambio en la empresa, más revolucionarios tendremos que ser. Se necesita una estrategia subversiva, es decir, innovadora y novedosa. Muchas veces el principal freno para esa revolución, puede estar en algún miembro de la estructura directiva, que de manera inconsciente se aferra al pasado, por varios motivos; miedo al fracaso, dudas sobre si sabrán hacer, lo que han hecho en el pasado les ha ido bien, etc. La buena noticia es que en todas las empresas hay gente REVOLUCIONARIA, con inquietudes e ideas de mejoras Es por tanto, tarea de los Directivos saber detectar a estas personas, debido a que serán las que ayudarán a llevar a cabo el cambio, y diseñar la siguiente fase de revitalización.
El cambio es inevitable, por lo que los Directivos deben de decidir si éste debe de ocurrir tardiamente, en un entorno de crisis, o con previsión, de un modo meditado y relajado. El desarrollo de una visión de futuro debe de ser un proyecto constante basado en un debate interno continuo, no en un esfuerzo puntual y masivo. De hecho la verdadera prioridad de una empresa debería ser la oportunidad de competir por el futuro.
Es importante no perder nunca la visión de la empresa, por tanto, se debe combinar el corto y el largo plazo, Es decir, tiene que estar trabajando en la operativa del día a día, y diseñando su etapa de futuro. Cuando la empresa se centra solo en el corto plazo, pierde de vista su objetivo -su visión-, y por tanto, la probabilidad de conseguirlo se reduce enormemente. Cualquier desviación en el corto plazo, hace que sea difícil su detección, porque en el corto plazo los cambios son ligeros, pero con el paso del tiempo, la empresa podría llegar a un punto en el cual no quería estar. Es lo mismo que navegar en barco sin mirar la brújula, o sin hacer caso del gps.
El proceso de cambio requiere compromiso, y se tiene que formar desde una estrategia participativa. Esto tiene varias finalidades, por una banda te permite tener una visión más amplia, debido a los diferentes puntos de vista, y por otra implica más a los colaboradores. Por tanto, se necesita una línea transversal, además de la línea vertical que marca la jerarquía del organigrama. Es decir, la previsión del futuro es una síntesis de las visiones de muchas personas, y el papel principal de los directivos de la compañía debería consistir en capturar y aprovechar las previsiones del futuro que existen en la organización